El aplauso es el meme de la cuarentena

Felipe González Gil
5 min readMay 28, 2020
Fotografía de Pedro Martín García

Al principio de toda la crisis del Coronavirus y antes de que se decretara el estado de alarma no paré de pensar en el paralelismo entre el coronavirus y un meme. A priori la conexión era evidente: el COVID-19 es viral, al igual que los memes. La curva de contagio bien podría usarse para explicar cómo se expande un fenómeno cultural que se viraliza.

Por qué brotes como el del coronavirus crecen exponencialmente y cómo ‘aplanar la curva” | Washington Post

Como muestra esta magnífica visualización del Washington Post, el paralelismo podríamos hacerlo sustituyendo el contagio de la enfermedad por el “contagio cultural”:

  • Sanos → Personas ajenas al meme
  • Enfermos → Personas que ven un meme y lo comparten
  • Recuperados → Personas que olvidan el meme y dedican su atención a otra cosa

Lo que ocurre es que el Coronavirus mata gente. Y los memes, a priori, no. Por tanto y anulando la analogía directa entre el virus y un meme: ¿de qué podría servir pensar el Coronavirus como un meme? Supongo que de poco. Así que descarté la idea de escribir nada en esta línea y me dediqué a tratar de documentar cómo se usaban las redes para afrontar lo que estaba pasando: el humor al inicio y con la pandemia ya avanzada, los memes sobre la supuesta falta de papel higiénico, las canciones…y los balcones.

Imagen de los aplausos el 20 de Marzo.

El viernes antes de que se decretara el confinamiento (13 de marzo, es decir, un día antes del aplauso) tuve que ir a la oficina en la que trabajo, en ZEMOS98 (por cierto, acabamos de estrenar un docu que reflexiona sobre el municipalismo entre 2015 y 2019). El trayecto desde casa es relativamente corto, unos 10 minutos. Lo hice andando y me pude cruzar a unas 20–25 personas. Algunas estaban trabajando en sus puestos (pescadería, frutería), otras eran vecinas a punto de salir a comprar, padres y madres tras dejar a sus hijos en el colegio…TODAS estaban hablando del Coronavirus. Todas. En ese momento recuerdo pensar que ese nivel de transversalidad era tan brutal que no recordaba nada similar. Ni unas elecciones ni ganar un mundial de fútbol fueron capaces de convocar semejante unanimidad en el que era “trending topic” del día. Asustaba su viralidad y aún no habíamos empezado a sufrir las consecuencias.

Al día siguiente, ya con el Estado de Alarma decretado en España, surgió a las 20h una convocatoria para llevar a cabo un aplauso en agradecimiento al personal sanitario. No he conseguido encontrar el origen exacto, pero todo apunta a un acto de espontaneidad colectiva: El Periódico de Aragón contaba el 14 de marzo: “En Italia ya se hicieron virales hace unos días las imágenes de gente aplaudiendo desde sus balcones en homenaje a los empleados sanitarios. Ahora, en España, se pretende hacer lo mismo para mostrar el apoyo de la sociedad a médicos, enfermeros, auxiliares, celadores y personal de limpieza. Por WhatsApp corre una convocatoria que pide que hoy, sábado 14 de marzo, que pide salir a los balcones, ventanas y terrazas de las casas para homenajear al personal sanitario con un sonoro aplauso. La cita es a las 22.00 horas”.

Lo cierto es que yo me emocioné. Y es que gente de todas las ideologías ‘aplaudió el aplauso’.

El aplauso fue un evento viral y eso lo convierte en un meme. Entendiendo el meme más allá de su presencia digital (aunque cada vez me resulta menos útil esta distinción entre lo digital y lo no digital, solo hay que ver la cantidad de contracturas que puede provocar imitar la coreografía de moda en TikTok…) se trata de una idea contagiosa que se sostiene durante un tiempo y es replicada por otras personas que quieren formar parte de un mismo ‘sentido común’.

Lo que ocurre es que al igual que una imagen puede suscitar una interpretación diferente dependiendo de quién la mire y de sus circunstancias, la adhesión masiva al aplauso ha suscitado todo tipo de interpretaciones a posteriori. Inicialmente parecía estar claro que se trataba de un agradecimiento al personal sanitario y así parecen indicarlo la mayoría de mensajes del 13 de Marzo en redes sociales. Pero luego ha habido fricciones y disputas.

Por ejemplo, la primera convocatoria de ese mismo día fue a las 22h. Recuerdo comentar con Sofía lo poco niñes-friendly que era. Se cambió a las 20h, presumiblemente por eso. En un momento dado hubo quien con razón quiso extender el agradecimiento y no solo incluir al personal sanitario sino a otras personas que estaban poniendo en riesgo su salud para mantener ‘la salud del sistema’: cajeras, transportistas, limpiadoras…Luego hubo otras convocatorias para hacer ruido: contra el rey cuando habló en televisión y contra el gobierno. Muchas de ellas tuvieron que aceptar que no podían ser a la misma hora que los aplausos. Pero todas esas tensiones han existido como existen cuando interpretamos una imagen…o un meme.

Las vistas desde nuestra azotea justo antes de la hora de los aplausos

Una de las claves de la transversalidad de los aplausos ha podido ser su polisemia. El punto de partida y motor de la viralidad está documentado y es el agradecimiento al personal sanitario. Pero a partir de ahí, es imposible realizar una sola interpretación de los motivos por los que cada persona ha decidido salir a aplaudir a su balcón. Es más, es muy probable que haya salido a aplaudir gente que estaba muy a favor del Gobierno y muy en contra. Por eso me atrevo a sumar, dentro de esa multiplicidad de motivos, otro más (reconociendo que tiene el sesgo de mi propia interpretación y que no es más que una especulación).

Quizás el aplauso ha sido el meme más poderoso de la cuarentena porque necesitábamos sentirnos menos a solas. Porque aunque la excusa y el motivo visible era agradecer el trabajo a quién estaba poniendo el cuerpo para parar el virus, necesitábamos reconocernos en un momento de fragilidad colectiva y de vulnerabilidad compartida. De interdependencia.

A mí el aplauso me ha servido para mirar de lejos a vecinas y vecinos que nunca antes me he parado a saludar. Y lo que sentía al vernos todos los días a las 20h de la tarde era que nos acompañábamos. Me servía de antídoto en un momento de absoluta desconexión social. Y paradójicamente, ahora que se acaba, lo voy a echar de menos.

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